Hipoxia - Hiperoxia

Mejora de la resistencia a la hipoxia: Facilita la adaptación a condiciones de bajo oxígeno, crucial en situaciones de despresurización.

Aumento de la capacidad aeróbica: Estimula la producción de glóbulos rojos, mejorando la oxigenación y el rendimiento físico y mental.

Mejora en la tolerancia al estrés: Incrementa la resiliencia del cuerpo frente a la falta de oxígeno, ayudando a mantener la concentración.

Protección ante hipoxia súbita: Desarrolla resistencia a la hipoxia aguda, permitiendo reconocer síntomas tempranos y actuar rápidamente.

Mejora cognitiva: Potencia la toma de decisiones en entornos de baja saturación de oxígeno, esencial para un desempeño seguro en vuelo.

Mejora en la salud cardiovascular: La hipoxia intermitente puede mejorar la función del corazón y los vasos sanguíneos, aumentando la capacidad de adaptación a cambios en los niveles de oxígeno, lo que puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares.

Neuroprotección: Exposiciones controladas a la hipoxia estimulan mecanismos protectores en el cerebro, ayudando a reducir el daño neurológico por accidentes cerebrovasculares o enfermedades neurodegenerativas.

Regulación metabólica: La hipoxia intermitente favorece la mejora de la sensibilidad a la insulina y el control glucémico, lo que puede ser beneficioso para personas con diabetes tipo 2 o síndrome metabólico.

Aumento de la longevidad celular: Se ha demostrado que la hipoxia intermitente activa procesos celulares que promueven la longevidad, como la autofagia, que ayuda a eliminar células dañadas y regenerar tejidos. Favorece también la remodelación ósea, habiendo una mejora en la osteoporosis.

Estimulación del sistema inmune: Al activar mecanismos de respuesta frente a cambios en el oxígeno, también se ha visto que la hipoxia intermitente tiene un efecto positivo en la respuesta inmunológica, ayudando a combatir infecciones y mejorar la función general del sistema inmunológico.